Una "batallita" del abuelo (I)

Cuando en el post donde Aitor (Qué moto os gusta más) leí que preguntaba por una agencia para que le llevara la moto que acaba de comprar a su casa, recordé una de mis batallitas preferidas.

Debía de ser 17 de diciembre de 1998 cuando, una vez terminada la obra para la que había sido contratado, me dispuse a dejar definitivamente Cartagena y regresar a mi casa en Galicia. Ya había hecho ese trayecto varias veces, en uno y otro sentido, en mi BMW K 75. En Cartagena, pese a la época en que estábamos, lucía un sol espléndido y las temperaturas, pasada la noche en que hacía mucho frío y las primeras horas de la mañana, eran altas.

De todas formas, me equipe muy bien para el viaje. Tenía un buen equipo y me lo puse completo (Goretex, etc). Metí en las maletas el poco equipaje que no había mandado ya a casa, no recuerdo si por Correo como hago últimamente, o por cualquier otro medio y emprendí el viaje.

Disfruté el Puerto de la Cadena, llegando a Murcia, por la autovía, con sus divertidas curvas tanto al subirlo como al bajarlo, ya sea en un sentido o en el otro. Serían las 9 de la mañana, el tiempo muy soleado, ...

"¡A disfrutar del viaje! Un paseo de más de 1.000 Km hasta casa, ¡genial!", pensaba yo.

Cuando faltaban aún bastantes kilómetros para Albacete, .../...

... / ... el cielo empezó a ponerse gris, cada vez más. Y al cabo de pocos kilómetros empecé a sentir fresco.

"No pasa nada", pensé, imaginándome ya en ruta a los Elefantes.

Después de más de 100 km, con el cielo cada vez más negruzco, ya sentía ganas de frotarme las manos, ¡quien tuviera los famosos puños calefactables que aparecían en el catálogo de accesorios de BMW!

Al poco rato, empecé a ver nevados los campos a ambos lados de la carretera (ya no había autovía en aquel tramo).

"No pasa ná", me dije. Lo que no sabía es que the best is yet to come, que decia Sinatra.

Reduje mi marcha, por precaución y porque empezaba a sentirme muy rígido sobre la moto, aferrado al manillar...

"¡¿Qué son esos brillos?! ¡Hay hielo en la carretera!", me sobresalté, al darme cuenta de repente, de la precaución con que circulaban los coches (no había visto ni una moto en lo que llevaba de viaje).

Ahora sí que iba rígido encima de la moto y a no más de 40 Km/h. Empezaron a pasarme los automovilistas, que tampoco iban muy rápidos pero sí bastante más que yo, que ya había tenido una mala experiencia con mi coche por culpa del hielo en Piedrafita.

A una velocidad de 30 Km/h, muerto de frío, pasé por delante del cartel que indicaba que faltaban 50 Km a Albacete... ¡casi 1.000 a mi casa!

Mi equipo de moto ya no me parecía tan bueno (Goretex, etc) cuando veía que los automovilistas me miraban con... ¡LÁSTIMA! O al menos, eso me parecía a mi.

Lo peor de todo es que iba muy tenso, por miedo al hielo; y el frío estimulaba a mi cerebro para que se fuera imaginando cosas cada vez más feas: Si esto está así por aquí, cómo será por el Puerto del Manzanal, o por Piedrafita. ¿Cuántos días voy a tardar en este plan?, Etc.

Cuando llegué por fin, a Albacete (¡qué ganas tenía de tomarme algo caliente!), busqué un teléfono para llamar a mi mujer. No recuerdo dónde tenía el móvil, pero sí recuerdo que llamé desde una cabina. Fue ella la que me hizo comprender que no podía continuar el viaje en ese plan. ¿Qué hacer entonces? ¿Vender la moto?

La verdad es que en aquel momento, no me pareció tan mala idea. Después de unos cuantos improperios decidimos que lo mejor era que me acercara a la estación del tren a ver cómo podía hacer para mandar la moto a casa. Lo malo es que los muy cretinos me sugirieron que alquilara un vagón de mercancias, que era la únia posibilidad, decían, y que sólo me iba a costar, más o menos, lo que valía la moto nueva. Bueno, esto no me lo dijeron así, que seguro que no sabían lo que costaba mi moto, pero el precio que me dieron venía a ser ese.

Lonely and depressed, así me sentía yo después de mandar al ferroviario a tomar las aguas.

Miguel nos dejas con el corazón en un puño ¿Que hiciste?

Lo cierto es que el inmenso páramo que rodea Albacete es de lo más traicionero, al menos una vez al año voy a Murcia y tal como cuentas en dos ocasiones he salido de allí con un sol esplendido y poco después me he visto en medio de una nevada. Eso sí, en coche, pero sin volante calefactable ¡eh!

Ya nos contarás el desenlace.

Perdona, Kaezet, tuve que atender otros asuntos. Termino mi batallita:

[...]Me puse entonces, guía telefónica en mano, a llamar a cuanta agencia de transportes me pasó por la cabeza. Nnguna quería saber nada de mi problema, ni sabían adónde podía dirigirme en busca de ayuda.

La primera Agencia que me había venido a la mente, en seguida descartada porque me pareció que sólo se dedicaba a cartas y paquetería, era ya la única a la que no había preguntado. También era la más conocida con diferencia. Rutinariamente, marqué el número para luego empezar a soltar el rollo que después de repetido 12 ó 15 veces, ya me salía sin pensar; por eso hasta que mi interlocutor no empezó a hablarme de "una caja de madera" o de "si tiene un embalaje de madera", no me percaté de que podía haber alguna posibilidad.

La hubo. Mi interlocutor se refería a que si no iba en un embalaje de madera (con la rueda delantera desmontada, como estaba cuando la vi por primera vez en el concesionario), tendría que firmar la casilla "embalaje insuficiente", mostrando así mi acuerdo con que la empresa transportista no se responsabilizara de ningún tipo de desperfecto que pudiera sufrir la moto en el viaje. Fuera del tipo que fuera y aunque resultará evidente que era resultado del transporte. Eso sí, me aconsejaron que protegiera la moto todo lo que pudiera. Lo que hice lo mejor que pude con cartones y cinta de embalar. La deje bastante bien protegida, ¡por cartones y cinta que no fuera!

Me facturaron 27.000 pts. Y allí, en quel polígono de Albacete, les dejo la moto, lista para subir al camión. En manos de SEUR. Aún tuve tiempo de darles unas últimas recomendaciones sobre cómo estibar mi moto en el camión. Luego, en seguida (sería poco después de la hora de la comida), conseguí un taxi que me llevó a la estación del tren. ... / ...

Llegamos a la estación. El taxista era un buen tío; por el camino le conté la batallita y la verdad, me sorprendió lo poco que me cobró, claro que era un trayecto corto pero así todo, fue muy barato.

Aunque estaba dispuesto a pasarme unas cuantas horas esperando un tren para Madrid, me dicen que en unos minutos va a pasar el InterCity "que viene de Valencia". ¡Estoy de suerte!

Pasado un cuarto de hora, estoy buscando asiento en un tren ya en marcha, que más bien parece un autobus (por la disposición de asientos). Aunque conozco bastante bien la RENFE, fue la primera vez (y la única, de momento) que viajé en el InterCity.

No os podéis imaginar qué bien me sentía yo en mi asiento, con el billete en la mano. ¡Como Armstrong en la luna!, del peso que me había quitado de encima.

Después, en Madrid, mi suerte continuó. Tampoco tuve que esperar mucho. A las 21´00 horas, en un coche-cama del Expreso, empezaba la última etapa del viaje. Como siempre lo cogí compartido, con lo que pagaba la mitad, a sabiendas de que luego no iba a subir nadie. La gente que viaja en coche-cama prefiere pagar un compartimento individual a compartirlo.

Me pasé la noche durmiendo. El revisor me despertó en la estación acordada. Cuando terminé de afeitarme y asearme, miré por la ventan y vi a mi mujer que ya me estaba esperando...


Quince días más tarde (estaba harto de moto) fui a recoger la moto a la correspondiente nave del polígono de mi ciudad.

Un final feliz,hay veces que los elementos confabulan para aguarnos lo que vendria a ser un viaje de "liberacion" es decir la satisfaccion de volver a casa despues de realizar una obra,la carretera para ti y tus pensamientos,pero claro.......las buenas carreteras y seguridad vial de este pais no estuvieron de tu lado por no decir que la nieve en nuestro pais no nos pilla de sopeton y que en cuestiones de 3 o4 copos volvemos al siglo XVIII en infraestructuras...por cierto cuento una anecdota de un conocido,un viaje de vuelta de jerez a barcelona todo el camino lloviendo,eso hace minar la moral hasta al mas "gigante" no cabe decir que fue en moto.

U