Relato: Y en 2014 acabaron con el ciclomotor.

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Mensaje  Medina 11/9/2012, 23:31

Que bonito recuerdo las carreras de cciclomotores
seguire atento nuevas entregas
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Mensaje  Onibaku 12/9/2012, 09:43

Ya me está tardando la continuación de la historia. Muy buena idea y aportación. La seguiré con lupa.
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Mensaje  Serrano 12/9/2012, 09:59

Como dicen por aqui esta historia te lleva mas de treinta años atras, viejas vivencias que muchos de los que nos movemos por este foro hemos tenido, desconocia tu faceta de escritor , esperamos ansiosos los proximos capitulos.
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Mensaje  El Cairer 12/9/2012, 10:14

Gracias por hacernos recordar aquellos tiempos
un fuerte abrazo..
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Mensaje  Alcarreño 12/9/2012, 11:54

Impresionante...
Me ha encantado. Quiero mas.
Una cosa ¿Que tal un archivo pdf. para poder descargarla cuendo este completa? Me gustaria imprimirla para tenerla en mi "biblioteca amotora"
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Mensaje  Ducalense 12/9/2012, 15:53

Hola a todos. Muchísimas gracias por vuestro apoyo. Aquí va la segunda entrega. Y confirmo que, cuando esté publicada en su totalidad, pondré la historia en un archivo pdf para su descarga. ¡Que disfrutéis tanto como yo lo estoy haciendo, amigos! :up:
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Mensaje  Hako 12/9/2012, 16:13

Buenísimo!!mi más sincera enhorabuena y esperando el siguiente fasciculo :bravy:
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Mensaje  Ducalense 12/9/2012, 16:22

Capítulo 1: LA DIRECTORA DE LA DGT

España llevaba extraoficialmente varios largos años en quiebra. El número de personas en paro casi igualaba al de los que recibían – todavía – un salario. El actual Gobierno continuaba haciendo exactamente lo mismo que todos los anteriores habidos desde que murió Franco, allá por 1975: exprimir al ciudadano hasta la asfixia, engordar la administración hasta la obesidad mórbida y enchufar en ella a toda la parentela posible.

Dentro de su afán por sacar dinero de donde fuera – literalmente hablando -, cuando les faltaba inventiva o imaginación se refugiaban en Europa, donde la partida de políticos ineptos (perdón por la redundancia) era tan notable como en nuestro país. Allí se le ocurrió a algún iluminado designar 2013 como el año del Medio Ambiente y 2014 como el año de la Seguridad Vial.

Nunca lo hubieran hecho.

Aprovechando la mamarrachada que venía allende los Pirineos – gastos, dietas, reuniones, comisiones, comilonas, congresos, celebraciones, nombramientos, designaciones, nueva normativa, etc. etc. -, al Gobierno español se le ocurrió que la mejor manera de proteger “definitivamente” el medio ambiente – además, por supuesto, de mantener la prohibición total de circulación por el monte según recogía cada vez más restrictivamente la maldita Ley de Montes – era gravar con tantos impuestos “ecológicos” a las motos de dos tiempos – especialmente las fabricadas antes del año 2009 – que sus dueños decidiesen ni siquiera ponerlas en marcha so pena de ponerse la cuenta del banco en rojo para una década.

Posteriormente, como no podía ser menos, el Gobierno español también se apuntó con entusiasmo a la otra mamarrachada, la de “El Año de la Seguridad Vial Europea” – ya se sabe, gastos y más gastos, aún más gastos, dietas, reuniones, comisiones, comilonas, congresos, celebraciones, nombramientos, designaciones, nueva normativa, etc. etc. -. Y los españolitos tuvimos que sufrir sus consecuencias, la primera de las cuales fue el nombramiento de una nueva directora general de la DGT.

Al frente de este organismo absolutamente represor nombraron a una persona proveniente del mundo de la política que, como no podía ser de otra manera, se caracterizaba por su total desconocimiento del mundo del motor. Era mujer, lo que no era ninguna novedad, y se llamaba Tiana Manzinas Trigo. Su nombre de pila, que siempre trató de ocultar, era Robustiana, aunque ella lo negaba e insistía en que la llamasen Tania. Había nacido en una aldea de Zamora – la provincia natal de Ángel Nieto; qué sarcasmo -, lugar en el que vivió hasta que se vino a Madrid a continuar sus brillantes estudios (ojo, fue Premio Nacional de Bachillerato). Su privilegiada inteligencia y valía para los estudios estaban totalmente reñidas con su físico y su empatía hacia los demás. Soltera contra su voluntad – “tan sólo soy una soltera convencida”, se justificaba ella -, era baja, rechoncha, de enorme nariz aguileña, manos enormes y con ausencia total de curvas interiores. Era fea como un demonio y tenía una voz era tan aguda que daba auténtica grima por los gallos que soltaba repetidamente. Eso sí, era licenciada en Bellas Artes, Filosofía y Filología francesa, títulos universitarios que consiguió en el increíble plazo de seis años únicamente.

Pese a su impresionante currículo jamás pisó la empresa privada. Desde muy joven sus padres la empujaron a la política, mundo en el desempeñó diversos puestos de confianza en su partido, y posteriormente en la Administración, puestos que se caracterizaban por no tener ninguna relación aparente entre sí. Entre sus cargos más notables cabe destacar que fue concejala de Deportes de Melilla, consejera de Sanidad en Castilla la Mancha, asesora del ministro de Obras Públicas y, como último puesto ocupado y para no alargar el relato, mano derecha del Gobernador del Banco de España. De ahí fue invitada a aceptar el cargo de Directora general de la DGT, puesto que aceptó con entusiasmo y humildad, y del que el Ministro del Interior, su jefe, dijo que sería “uno de los cargos más importantes de este nuevo gobierno, a través del cual emprenderemos una serie de reformas absolutamente necesarias y vitales para la consecución de la perfección en nuestras vías públicas y en nuestro comportamiento ante los demás cuando estamos al volante de nuestras máquinas motorizadas, sean éstas de dos, tres, cuatro o más ruedas…”

Las terribles y proféticas palabras del Ministro inmediatamente se convirtieron en realidad. Tan pronto se vio en el cargo, Doña Robustiana, siempre con el visto bueno del ministro, se dedicó a promulgar cientos de normas sobre tráfico, normas y vehículos que dejaron al personal temblando. Y cuando su cargo no tenía rango suficiente para pasar a ser ley, se lo pasaba al Ministro, quien firmó absolutamente todo lo que esta arpía le propuso. Natural. Como veréis, no era más que más y más impuestos y medidas destinadas a seguir saqueando los bolsillos de los ciudadanos.

Una medida absolutamente espectacular que se implantó – siempre en nombre de la “seguridad” - fue la de reducir la velocidad en todas las ciudades a 30 km por hora, independientemente del número de carriles. ¿Os imagináis la tortura que desde entonces supuso circular por la Castellana o La Diagonal a 30 por hora como máximo? Por supuesto se forraron a multas.

Luego propuso al ministro – y lo consiguió – duplicar el importe de todas las multas. Además les aplicó el IVA, alegando que “el servicio de multas – sic – es un servicio del Estado y, como tal, proporciona valor añadido”. Pese a que semejante burrada era un completo disparate legal, la norma no fue recurrida por la oposición, sino por un particular. Esfuerzo inútil. Aún sigue durmiendo el sueño de los justos en el Constitucional. Luego el Gobierno creó una ley por la cual la Guardia Civil, la Policía Municipal, la Policía Nacional y hasta los mismísimos agentes forestales podían, en cualquier momento y con la excusa de la sospecha por parte del agente de que cualquier vehículo podía incumplir aparentemente alguna norma de la ITV, obligar a pasar en ese mismo momento una ITV por sorpresa.

La coña marinera más total fue cuando obligó a pasar ITV especial cada tres años a las bicicletas… incluidas las de niño.

Con la palabra “seguridad” en la boca a todas horas, Doña Robustiana estableció la ITV anual para todos los vehículos a partir del tercer año Y cuando cumplían siete años pasó a ser cada nueve meses, como los embarazos. El IVA para las revisiones de la ITV, como en casi todo, había pasado del 21 al 25%.

Luego pusieron un impuesto especial “anticontaminación” para todo aquello que tenía un motor de dos tiempos: motos, cortadoras de césped, canoas con motor…. ¡Por favor, todo sea por el Medio Ambiente! Así, cada moto de más de 125 cc debía pagar entre 250 y 300 euros más al año por este concepto. Por debajo de esta cilindrada, lo que incluía obviamente los ciclomotores, debían pagar entre 150 y 200. La cifra a pagar, curiosamente, dependía del kilometraje que el ciclomotor o moto realizase cada año. Éste debía ser comprobado en cada revisión de la ITV. Como el Ministerio del Interior detectó que los moteros falsificábamos ese dato, obligaron a poner unos precintos de color verde fosforescente en nuestras motos. Pese a todo, como también eran relativamente fáciles de violar, la DGT nos obligó a poner un segundo cuentakilómetros en todas las motos. Estaba convenientemente blindado, había sido fabricado en China y su coste e instalación corrían a cargo del dueño del vehículo (unos 350 euros). Era tan voluminoso como una jarra de cerveza y encima era de color naranja fosforescente.

Posteriormente algunos cretinos de la UE dijeron que se consideraba peligroso el cambio de marchas en la mano, por lo que se dieron las instrucciones para que todo vehículo que tuviera cambio en la mano pasara a tenerlo al pie en un plazo de seis meses. Fijaos la que se organizó entre los vespistas.

Doña Tania Manzinas Trigo empezó a acaparar el interés de muchos periodistas y cómicos en general según daba más y más ruedas de prensa, pues sus respuestas a las preguntas de los presentes eran dignas del mejor politiqués (dícese así del lenguaje ininteligible que con toda intención usan los políticos para no responder nunca a lo que se les pregunta).

Vean ustedes si no.

A la pregunta de qué importancia daba ella a las motos en el conjunto de la circulación rodada en España, contestó que “las motocicletas son parte, efectivamente, de la circulación que vemos a diario por nuestro país. El hecho de que circulen es una muestra de que el verdadero interés que este Gobierno, democráticamente elegido, tiene es conseguir que la circulación rodada sea una constante en nuestra vida diaria que no implique que la ausencia de la misma, en un momento determinado de nuestras vidas, suponga una retracción de la concepción que todos debemos tener acerca de la verdadera necesidad de reconocer el papel de las motocicletas en la circulación rodada…”

A la pregunta de si ella estaba de acuerdo sobre las quejas de los motoristas acerca de sus últimas medidas y subida de impuestos, la señora Manzinas Trigo afirmaba que “los conductores de motocicletas son personas, y sus motocicletas son máquinas, y tanto personas como máquinas debemos convivir en esta democracia que entre todos nos hemos dado, siempre teniendo en cuenta que, por desgracia, algunos prostituyen el significado de ciertas medidas que, créanme, cuando fueron promulgadas no tuvieron, tienen ni tendrán, el menor interés por herir sensibilidades democráticas opuestas a la nuestra y, de paso, hoy muy poco usadas, reconozcámoslo, pero igualmente válidas en un país democrático como el nuestro, aunque no sea del gusto de la oposición, habitualmente desleal con este gobierno y sus hechos en pro del bien común, de la seguridad y del medio ambiente…”

Preguntada en otra ocasión si pensaba dimitir ante las quejas de incontables ciudadanos que habían sufrido el despotismo de sus medidas al frente de la DGT, la Directora General contestó que “dimitir es algo del futuro, y el futuro aún no ha llegado. Hay que vivir el presente y no mirar ni al pasado ni al futuro, salvo que éste sea no inmediato. La democracia que nos hemos dado es algo que vivimos cada día en nuestro país, y por eso el que mira para atrás está malgastando su tiempo en algo que ya ha pasado y que ya no puede volver. Mirar al futuro es algo que está muy bien hacer, pero sólo si potencia la democracia que todos los españoles nos hemos dado, y que es un valor que debemos preservar para el bien de las futuras generaciones, esos colectivos de españoles como nosotros que hoy nos están mirando con el distanciamiento lógico que el tiempo da y que debemos valorar como se merece…”

Por ruedas de prensa tan patéticas recibió el mote de “La Manzanas Traigo”.

La más sonada fue la segunda o tercera que dio como directora general. Empeñada por entonces en meterse al mundo del motor en el bolsillo – ella siempre confiaba ilimitadamente en sí misma -, aceptó dar una rueda de prensa ante cincuenta periodistas acreditados, todos ellos redactores y colaboradores de las más conocidas revistas de coches y motos de España y de algunos países europeos, no permitiendo, por chulería, el acceso de ningún otro periodista “que no perteneciese al universo del gasoil y de la gasolina”, Doña Robustiana dixit.

A ella se presentó con la cabeza muy alta y con su habitual mirada desafiante y arrogante. En esta ocasión sólo se trajo un asesor. Era un joven de unos 25 años, bajito, menudo, con barbita mal recortada y bastante mala facha. Vestía un arrugado traje azul oscuro brillante, gemelos dorados, gafas de sol (pese a que la rueda de prensa se daba en un amplio salón sin ventanas de la DGT) y una ostentosa insignia de Ferrari sobre la corbata rosa. Los dos estaban sentados ante una mesa descomunal que reposaba sobre una tarima enorme a buena altura. Ante ellos y allí abajo, los numerosos periodistas acreditados, los cuales prácticamente completaban el aforo de la sala en cuestión.

Tomó la palabra el redactor jefe de Solo Moto en primer lugar. Tras presentarse educadamente, su primera pregunta versó sobre si tenía algún plan previsto para poder dar más seguridad a los motoristas frente a los coches en caso de lluvia intensa en carretera. La directora respondió algo así como “… la DGT, y esta directora general a la cabeza, está trabajando intensamente en pro de la seguridad vial y del medio ambiente, lo que incluye la necesidad de recurrir a cualquier sistema que, siendo sostenible, por supuesto, pueda proporcionar los elementos de seguridad inherentes que todo conductor de motocicletas debe, por su interés y seguridad, poseer inexcusablemente en situaciones como la que usted ha comentado con tanto acierto, no sin olvidar que la presencia no justificada de elementos disonantes en el plan comentado es algo no deseable, ciertamente, pero en lo que la DGT, y esta directora general la primera, está poniendo todo el interés para que la situación se normalice antes de que el plan que usted ha mencionado pueda quedar obsoleto. Siguiente pregunta, por favor”.

El más rápido en reaccionar ante el estupor general fue un redactor de Motociclismo, quien se anticipó a todos los que tenían el brazo levantado desde hacía un rato y que se habían quedado tan helados que estaban como estatuas de sal en sus asientos.

- Doña Tania, por favor. Soy redactor de Motociclismo. Mire, quiero conocer su opinión. Nuestra revista acaba de publicar hoy mismo la noticia de que Suzuki-Montesa va a abandonar la producción de los modelos de carretera en su fábrica de Palencia para pasar a producir únicamente sus ciclomotores de trial de tres ruedas. ¿Cree usted que las nuevas directivas de la DGT en cuanto a seguridad vial pueden influir positivamente en la calidad del nuevo producto?

La directora se giró hacia su joven asesor y cuchicheó con él durante unos segundos. No reparó en las caras que los presentes acababan de poner.

- Pues, mire, joven. Mis numerosas obligaciones no me han permitido leer la prensa del motor de hoy todavía, así que le ruego que me disculpe si mi respuesta no es la más adecuada. Efectivamente, ya le anticipo que la DGT ha promulgado unas directivas de seguridad que van mucho más allá de las exigencias de la Comunidad Europea, con lo cual puedo asegurarle que cualquier decisión que nuestras empresas de motocicletas tomen para aumentar su productividad y/o mercado tendrá en nosotros un aliado siempre fiel. Otra pregunta, por favor”.

En ese momento la audiencia despertó de repente. Más de 30 periodistas pidieron con gran ardor la palabra. Pero antes de que la directora general pudiera escoger uno entre ese mar de brazos alzados, el mismo redactor de Motociclismo volvió a anticiparse.

- Doña Tania, por favor, necesitamos que nos dé su opinión nuevamente. Seguramente sepa que Bultaco ha anunciado esta misma mañana la inminente comercialización de su producto estrella: el casco integral que tiene conexión directa con el 112 en caso de colisión o accidente. ¿Qué opinión le merece este adelanto en seguridad?

La directora volvió a cuchichear con su joven asesor. Esta vez tardó más de un minuto.

- Bueno, como he dicho anteriormente no he tenido aún tiempo de leer la prensa del motor, pero me parece una magnífica noticia. Esto… la empresa que ha comentado… ¿cómo dice que se llama?
- Bultaco. Es sevillana. Empezó fabricando acordeones en la posguerra, pero desde hace unos pocos años fabrica cascos y faros para barco.
- Ah, sí, Bultaco… Pues, insisto, es una magnífica noticia que celebro. La seguridad es un elemento absolutamente imprescindible en la cultura del mundo de la motocicleta y de sus conductores, por lo cual esta directora general aprueba calurosamente toda iniciativa que vaya dirigida hacia la seguridad total e integral de las motocicletas y de sus conductores, pues insisto, y discúlpenme si parezco reiterativa, aumentar la seguridad de los conductores de motocicletas en toda circunstancia es un objetivo irrenunciable de la DGT y de esta directora general. Otra pregunta, por favor.

La algarabía ya era total. La mayoría de los presentes estaba de pie solicitando con enorme vehemencia la oportunidad de poder preguntar.

Como siempre, los más listos se adelantaron. Un redactor de Moto Verde elevó su voz más que los demás y preguntó:

-¡Señora directora, por favor! Queremos saber su opinión sobre… ¡Por favor, doña Tania!

En ese momento, y como si los presentes se hubiesen puesto instantáneamente de acuerdo, todos los demás se callaron a la vez. La expectación por la pregunta, y no digamos por la respuesta, era total.

- Mire usted, doña Tania. El heptacampeón del mundo de side-trial, el congoleño Barry Sheene, recientemente asentado en nuestro país, ha afirmado que la actual Ley de Montes española es injusta frente a la que existe en su país y en otros limítrofes, pues aquí la mencionada ley permite el acceso ilimitado de las motos de cross que estén homologadas ante Industria, pero, en cambio, y como sabrá, no permite el acceso a velomotores si carecen de frenos de disco, ni tampoco a motos de enduro de fabricación extranjera no comunitaria…

La directora se volvió a su asesor nuevamente. Esta vez cuchichearon durante tres largos minutos. Se notaba que el joven estaba claramente sobrepasado por la situación.

Finalmente, y ante el bullicioso caos general que se había adueñado de los presentes – que el joven asesor cortó con un gesto de autoridad tras dar un salto de su butaca y pedir silencio con una gran voz -, la directora se arregló ligeramente el vestido tratando de no mostrar nervios. Luego tragó saliva un par de veces, hizo como que algo le había entrado en un ojo y contestó con muy poca seguridad y con cierto temblor en la voz. Buscó un vaso de agua con la mirada, aunque no había ninguno. Era obvio que su autoconfianza se derrumbaba por momentos. Su voz estridente ya casi parecía un lamento.

- Pues mire, joven, la promulgación de leyes no es competencia de la DGT ni de esta directora general. Lo que sí le digo es algo obvio. Si ese hombre estima que la ley que existe en nuestro país es diferente de la que existe en el suyo, debemos entre todos recordarle que todas las leyes que están actualmente en vigor en nuestro país se deben a la Constitución que todos los españoles nos hemos dado, ¿verdad?, y que, en consecuencia, puede ser cambiada siguiendo los cauces democráticamente establecidos por nuestros representantes, pues para eso vivimos en un Estado de Derecho donde las leyes son respetadas… deben ser respetadas por todos los ciudadanos sin excepción, sean o no sean nacidos en nuestro país. Siguiente pregunta…”

En ese momento todos los periodistas estaban en pie, dando saltos como locos con sus brazos levantados y pidiendo el turno a voz en grito. Al ver el circo en que aquello se estaba convirtiendo, el joven asesor abandonó la sala a la carrera. Unos segundos después sonaba el móvil de la directora general. Y un instante después, tras contestar la llamada pero sin abrir la boca, abandonaba el lugar a toda prisa y sin despedirse.

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El que se inventó el mote de “Manzanas Traigo” estuvo inspirado, ciertamente. Pero un día se acabó sabiendo, para su desgracia, que la flamante directora general también tenía otro mucho más cruel. Por lo visto, en su pueblo, desde jovencita, la llamaban “la Chichones”. ¿De dónde le vino? Se supo públicamente cuando por diversos foros de internet se divulgó su vida de niña en Zamora.

Robustiana tenía un notable hundimiento craneal que escondía con una peluca desde entonces. Era el producto de una caída con un Vespino cuando tenía 12 años, al empotrarse contra la pared de un establo de su pueblo el primer día en que “tomó prestada” la moto de su hermano mayor, que se había ido a pasar la tarde a la piscina. Al parecer se tragó de frente un bordillo de casi medio metro y salió por encima del manillar del Vespino. Eran las cuatro de la tarde de un quince de agosto en su aldea de Zamora; el pueblo entero dormía la siesta para refugiarse del calor infernal que azotaba la península. Por eso nadie descubrió su accidente hasta más de tres cuartos de hora después. Por supuesto iba sin casco; el golpe con la cabeza contra la pared fue tan grande que entró en coma en el acto, no saliendo del mismo hasta un mes después. Conocido este triste episodio en su vida, se entendió de dónde venía su irracional y enfermiza obsesión contra las motos y los cascos.

“La Chichones” tuvo episodios celebres en su larga vida como directora general. Vale la pena contar algunos.

En una ocasión, al salir de su coche oficial, se le cayó una carpeta y sus folios cayeron diseminados por los alrededores, ayudados por una inoportuna ráfaga de viento. En la carpeta estaba escrito: “PROYECTOS NORMATIVOS”

Varios transeúntes se esforzaron por recoger y devolver los papeles a su dueña, pero no todos regresaron a su lugar. Por eso, a los pocos días por Internet esos que nunca se devolvieron fueron hechos públicos.

En uno de ellos se reflejaba que Doña Tania, obsesionada por la seguridad, planeaba legislar para que todas las motos circulasen siempre 20 Km/h por debajo del límite legal. El motivo aducido era “por el posible daño en cualquier incidente, accidente o caída”.

Otro folio reflejaba la idea de que si un policía veía cometer a alguien una infracción cualquiera, podía no sólo multarle, sino obligarle en el acto a pasar un examen de conducir.

Otro folio recogía el proyecto de obligar a todos los “conductores de motocicleta” – obsérvese que parecía desconocer la palabra “motorista” – a llevar siempre casco integral, incluso en competiciones. Cuando en una rueda de prensa el presidente de la RFME le preguntó si eso incluiría también el trial, doña Robustiana tuvo que fingir un ataque agudo de tos y abandonar precipitadamente la rueda de prensa cuando su asesor – el famoso joven de la insignia de Ferrari – la puso en ridículo ante todos al confundir el trial con el motocross.

- Su pregunta es improcedente. Ya se utiliza. Todos lo sabemos ¿O es que acaso el casco integral no les protege cuando pegan esos saltos tan enormes, que parecen gacelas o saltamontes?

En esa misma rueda de prensa le preguntaron: ¿Sabe usted quién es el piloto español con más títulos del mundo? Contestó sin dudar que Fernando Alonso. Luego corrigió y dijo que “Juan Carlos Sáinz”.

Preguntada después sobre qué moto llevaba Jorge Lorenzo, tras consultar con su inseparable asesor dijo que “Harley… Harley Repsol”, porque en el depósito de la moto “recuerdo haber visto escrito HA, pero no el resto...”

Pero esto no era todo. Tanto la Manzanas Traigo como los miembros del Gobierno seguían maquinando – y poniendo en práctica – todo tipo de atracos legales contra los bolsillos de los ciudadanos en general y de los moteros en particular. He aquí una pequeña relación de más desastres “en pro de la seguridad” y del “bien común de los españoles”.

Ya he citado que se duplicó la cuantía de todas las multas. Pero, como el gobierno aún necesitaba más y más, se le ocurrió al ministro del Interior legislar para que, si cualquier conductor era reincidente en un mismo tipo de multa en un período de tres años, entonces el importe ya no sería el doble, sino el triple. Esto podía tener algo de sentido ante faltas muy graves como adelantamientos indebidos o conducción temeraria, pero, como esto se aplicó a todas las sanciones posibles – había que sacar más y más dinero como fuese -, quedaron incluidas, por ejemplo, las de aparcamiento y las de exceso de velocidad.

El escándalo fue brutal. Pero al gobierno le dio igual.

De hecho el ministro de Hacienda fue quien dio la puntilla a la comunidad motera, aunque, eso sí, en esta ocasión, y como los moteros no podíamos esperar menos, recibió el voto unánime de todo el Parlamento.

La brillante idea era la de cobrar un impuesto por ser coleccionista… de cualquier cosa. Aduciendo que eso era parte del desgraciadamente restaurado Impuesto sobre el Patrimonio, el gobierno legisló para cobrar dinero a todo aquel que coleccionara cualquier objeto, cobrando “obviamente” en función del valor de la colección. Según esto cobraría hasta por coleccionar latas de cerveza o posters de actores de cine, por poner un par de ejemplos únicamente.

Pero se encontraron con un problema irresoluble: Hacienda no podía entrar en los domicilios a comprobar las colecciones individuales de nadie – cuadros, numismática, relojes, etc. – sin autorización judicial. Y como la justicia llevaba colapsada mucho tiempo por tanto abuso contra los ciudadanos, los jueces daban esas autorizaciones con cuentagotas, más que nada por no tener tiempo material para firmar más atropellos de ese estilo.

El plan les estaba fallando a los de Hacienda, pues la gente no solía hacer pública sus colecciones normalmente, entre otras cosas por miedo a la delincuencia.

Entonces pensaron en buscar por Internet… y encontraron las colecciones de motos clásicas.

En páginas como Lamaneta y Amoticos había mucha gente exhibiendo sus colecciones de “cacharros”, algunos en perfecto estado y otros en uno lamentable. Daba igual. El depositario de la “voluntad del pueblo” – es decir, el Parlamento – había decidido por unanimidad que había que cobrar a todo el que hubiese cometido el delito de conservar parte de nuestro patrimonio.

Por supuesto la tajada era enorme, pensaron en Hacienda. Todas esas motos, por ley, debían estar aseguradas y con la ITV pasada. Como la mayoría de ellas incumplía estas dos normas y otras igualmente en vigor, si se entraba a saco en ese mundo se podría recaudar mucho dinero.

Y se pusieron en acción. Gracias a Internet localizaron numerosas colecciones, les frieron a multas y a impuestos y aquí paz y después gloria.

Por supuesto las consecuencias de este acto de pillaje y de todas las normas anteriormente comentadas fueron terribles. Las motos clásicas se quedaron instantáneamente devaluadas en un 90%. Y, por supuesto, nuestros ciclomotores pasaron a valer cero. A la vista de los primeros expolios, muchos intentaron deshacerse de sus colecciones y sus propias motos antiguas antes de que Hacienda les pillara y cobrara. Así, los coleccionistas extranjeros vieron que se les presentaba una oportunidad irrepetible. Como en el resto de Europa no pasaba lo que estaba pasando aquí, muchos coleccionistas y simples aficionados europeos se presentaron en nuestro país con furgonetas, remolques y hasta trailers, y compraron a precio de risa todo lo que aquí se les ofrecía, cuando no regalaba. En un par de meses salieron de España miles y miles de nuestras clásicas. Hasta los coleccionistas oficiales con museo (Basella, Ángel Nieto, hermanos Lozano, etc. etc.) tuvieron que deshacerse de parte de su colección para poder pagar el nuevo y abusivo impuesto que les acababa de caer encima. Así, nuestro patrimonio de dos ruedas quedó herido de muerte y ya no se recuperó nunca. El aficionado que quiso conservar su colección ya sabía que tenía que dedicar una suma anual muy elevada simplemente para poder seguir siendo el dueño, y otro tanto – o más – si las echaba a rodar.

Pero, como no nos dejaron otra opción, tras cuatro décadas de “democracia” en España fuimos muchos los que, hartos de tanta historia, decidimos pasar a la clandestinidad.








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Relato: Y en 2014 acabaron con el ciclomotor. - Página 2 Empty Re: Relato: Y en 2014 acabaron con el ciclomotor.

Mensaje  Juan Francisco 12/9/2012, 18:14

:bravy: Genial relato, gracias por compartir con nosotros tu arte.

Un saludo.
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Mensaje  Arjonero 12/9/2012, 18:54

Bravo maestro. Espero que ningún "iluminado" del gobierno
lea el relato ya que, puestos a recaudar, seguro que ni se lo
piensan en crear un nuevo Real Decreto.
Saludos.
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Mensaje  Jorok 12/9/2012, 22:36

¡¡ No des tantas ideas !!
Seguro que como las lean se las apropian sin pensárselo dos veces.
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Mensaje  Ducalense 13/9/2012, 21:56

Capítulo 2: LA MARCHA SOBRE MADRID

Todo esto llevó a la gente, y especialmente a los motoristas, a tal extremo de hartazgo que muy rápidamente las protestas por tales abusos fueron cada vez a más y más, pasando de ser airadas al principio para luego tornarse violentas. Así, en un principio muchos escribieron enfáticas cartas de protesta en las revistas de motor que aún no habían cerrado y en la prensa diaria. Luego, a la vista de los oídos sordos de toda la casta parasitaria, se pasó a escribir cartas de protesta en la prensa internacional. Pero tampoco se consiguió nada. Y cuando alguien decidía convocar una pequeña concentración motera de protesta ante algún ayuntamiento, ministerio o similar, se encontraba con una fuerza policial terrible enfrente, incluida la Guardia Civil de carretera, que pedía todo tipo de papeles a las motos participantes y a sus dueños – aunque debo decir, en su descargo, que la mayoría de los propios agentes estaba profundamente avergonzada; es más, la prensa llegó a reflejar varios actos de rebeldía e insubordinación ante actuaciones obligadas manifiestamente injustas - Pero la cosa solía acabar tal y como marcaban las leyes en vigor, con la mitad de las motos requisadas para su posterior revisión en una ITV imprevista.

Así, por fin se había decidido que el mundo del motor iba organizar una manifestación, lo más grande que se pudiera, en Madrid ante la sede del Ministerio del Interior. Un fin de semana lo haríamos los motoristas y el fin de semana siguiente lo harían los de los coches, manifestación a la que, por supuesto, también nos íbamos a apuntar. Alguien decidió que, al estilo de las de los mineros, se organizarían marchas sobre la capital desde diversos puntos de España, por supuesto a lomos de nuestras motos y ciclomotores o en remolques. Así, partirían más de cincuenta columnas desde ciudades como Barcelona, Asturias, Sevilla, Murcia, Valencia, etc. etc. y muchos pueblos importantes. La gente estaba tan harta que muchos moteros - así lo manifestaron en los foros de motos - estaban dispuestos a transportar hasta Madrid el total o una parte de sus colecciones y quemarlas allí mismo ante la sede del Ministerio. El lío iba a ser muy, muy gordo. Además se esperaba la asistencia de más de doscientos mil motoristas.

Entre las diversas webs de motos antiguas se reclutó a los organizadores de cada columna. Cada una tendría un responsable de organización. Por parte de Amoticos fue nuestro moderador Keazet quien se ofreció para estar al frente de la columna que saldría de El Escorial, bellísimo pueblo de la sierra a 50 kilómetros de la capital.

A la manifestación se iban a añadir, como digo, cientos de miles de motoristas. Todas las columnas y sus seguidores concurrirían el último sábado de septiembre de 2014 en la Plaza de Castilla madrileña a las cinco de la tarde. Luego se bajaría por el Paseo de la Castellana hasta la plaza de la diosa Cibeles, donde se invertiría el recorrido para llegar hasta la Plaza de Colón y así acabar ante la puerta del Ministerio del Interior, que está a escasos metros de la plaza del descubridor genovés.

Los ánimos estaban tan encendidos que se había llamado a la desobediencia civil. Muchos propietarios de motos clásicas voluntariamente irían sin casco ni documentación personal ni de las motos ni, por supuesto, los malditos cuentakilómetros chinos. Si la Guardia Civil nos iba a detener, colapsaríamos los calabozos o donde nos encerrasen. Daba igual. Estábamos todos tan hartos que recordábamos a esos batallones de infantería que, en tantas ocasiones a lo largo de la Historia, eran enviados por delante del grueso de un ejército sabiendo que iban a la muerte segura, pero dispuestos a sacrificarse por el resto de guerreros.

La manifestación, agárrense ustedes, era apoyada por toda la oposición, si bien se daba la cruel paradoja de que toda ella había votado afirmativamente en pleno todas las medidas de impuestos aquí comentadas. En fin… Uno ya no sabía quién daba más asco, si el gobierno o la oposición.

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Capítulo 3: LA COLUMNA DE ÁVILA

Como digo, Kaezet decidió que Amoticos debía estar presente en esa manifestación para hacer notar nuestro infinito enfado. Por ello debíamos reunirnos en algún sitio adecuado que sirviese para juntarnos en primer lugar y así conocernos todos los que acudiéramos. La oferta de nuestro moderador gustó mucho en el foro, hasta el extremo de que varios foreros repartidos por toda España decidieron no unirse a las columnas que salían de sus propias ciudades para incorporarse a la columna oficial de Amoticos.

El plan era sencillo. Quedaríamos a las diez de la mañana en el lugar convenido. Una vez hechas las presentaciones - y tomado un oportuno ágape, que para eso somos españoles - acudiríamos al lugar de la manifestación montados en nuestros ciclomotores o en los remolques. Iríamos equipados a la antigua usanza: es decir, ni guantes ni casco ni nada. Nuestras motillos no llevarían ni espejo ni el cuentaKm de la DGT ni matrícula amarilla. ¡Piratas totales! ¡Rebelión total! De hecho estábamos dispuestos a hacer una pira funeraria con todos esos artilugios ante la puerta del Ministerio, si bien cabe destacar que ninguno de nosotros, dicho sea de paso, formaba parte de los valientes que iban a quemar sus colecciones en Madrid.

Se propuso El Escorial como punto de reunión. Desde allí iniciaríamos la procesión durante los 50 Km que separan este pueblo de la capital. Como los foreros aceptaron encantados el sitio inicialmente pensado, yo propuse que la reunión fuese un poquito más lejos: la urbanización abulense Ciudad Ducal, tan solo 25 Km más allá hacia Ávila. Para mi sorpresa la propuesta fue aceptada por amplia mayoría. Se ve que la oportunidad de rodar en plan pirata por las carreteras comarcales de esa bonita zona tenía morbo y, por tanto, fascinación. Y como la gente tenía, pese al cabreo generalizado, ganas de juerga, se habló de la posibilidad de, antes de emprender la caravana, realizar diversos actos entre nosotros para diversión de los presentes, muchos de los cuales no nos conocíamos personalmente.

Paufont propuso una gymkhana corta que incluyera pruebas de habilidad sobre nuestras motos – lentitud, equilibrio, etc. – en la que hubiera premios para los ganadores. Blaz120 propuso un concurso de belleza entre nuestras motos y entre nuestras acompañantes. E Isimoto, picarnos entre nosotros organizando pruebas de aceleración.

¿Picarse? Vaya, vaya…

Esta idea de picarse con la compañía me trajo luz al cerebro. Había recordado algo… lo que tantas veces había hecho allí de niño.

Yo propuse que, ya que la gente quería lucir sus motos y/o habilidades, lo mejor de todo sería echar una carrera – corta - entre nosotros en el circuito de tierra en el que yo había competido contra mis amigos de la pandilla de niño, circuito al que habíamos bautizado como Circuito de la Vía por su proximidad a la línea ferroviaria Madrid-Ávila. Yo me ofrecí a enviarles todo tipo de documentación gráfica para que llegaran sin problemas a la urbanización y al circuito.

Para mi sorpresa todos aceptaron encantados. Y como muchos foreros hablaron con chulería de que ellos iban a ganar, subió como la espuma el tema del premio para el vencedor.

Había muchos detalles que resolver y determinaciones que tomar. Entonces Kaezet, con su autoridad natural que ser administrador le da, asumió el papel de general al mando y nos puso a todos firmes. Kaezet decidió lo siguiente: la primera medida – tras consultarme a mí como experto conocedor de la zona – era que las motos que correrían en el Circuito de la Vía serán de estricta calle, no permitiéndose por tanto la participación, ni aún fuera de concurso, de motos preparadas para circuito. Las motos de 50 cc darían tres vueltas; las de hasta 75 darían una vuelta más. Y para no perder tiempo, no se entrenaría previamente.

Segundo asunto: el premio para el ganador de la carrera.

Kaezet soltó un auténtico bombazo.

El ganador de la carrera se llevaría… la Derbi 74 Gran Sport del famoso Paco el Chispas.

¿Qué os parece? ¡Una Derbi 74 Gran Sport!

Insisto: ¡una Derbi 74 Gran Sport!

¿Y quién es, o era, el “famoso” Paco el Chispas? Todos los foreros conocíamos perfectamente la moto en cuestión y la historia de Paco. Para los que no sois del foro, un poco de paciencia. Lo cuento todo más adelante.

Y la última cosa que nuestro administrador nos dijo es que nos daría a todos una sorpresa muy especial cuando los allí concentrados empezásemos la marcha hacia Madrid. Pero aunque intentamos sonsacarle, Kaezet permaneció mudo como una estatua.

Capítulo 4: LA REUNIÓN EN CIUDAD DUCAL

Se esperaba alrededor de 50 participantes para nuestra columna, de los cuales se iban a apuntar unos 15 a la carrera. ¡Qué espectáculo íbamos a organizar! ¿Os imagináis una caravana de más de 40 coches y remolques, con un montón de ciclomotores en medio? Uf, me moría de ganas por tomar parte en el espectáculo. Ojalá la gente trajese cámaras de fotos y de vídeo para grabar esta pequeña epopeya y luego las imágenes diesen la vuelta al mundo.

A fin de que todo fuera perfecto, yo les había enviado toda la información sobre cómo llegar al punto de reunión así como documentación gráfica de algunas partes del circuito. He aquí algunos ejemplos.

Para empezar, una pequeña vista aérea del pinar:

Relato: Y en 2014 acabaron con el ciclomotor. - Página 2 Anihed

Lo más emblemático de la urbanización (aparte del circuito, naturalmente) es esta atalaya. La leyenda dice que es obra del propio Eiffel.

Relato: Y en 2014 acabaron con el ciclomotor. - Página 2 2m26zqd

Y varias fotos de diversas partes del trazado:

Relato: Y en 2014 acabaron con el ciclomotor. - Página 2 16bezxu

Relato: Y en 2014 acabaron con el ciclomotor. - Página 2 2jfc5zm

Relato: Y en 2014 acabaron con el ciclomotor. - Página 2 15x8en7

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Relato: Y en 2014 acabaron con el ciclomotor. - Página 2 Nqobw2

Relato: Y en 2014 acabaron con el ciclomotor. - Página 2 W1fqr5

Y por fin llegó el gran día.

Eran las nueve y media de la mañana. Mi hija y yo nos habíamos esforzado en llegar los primeros y así ejercer correctamente de anfitriones. Por pura carambola, la fecha no podía haber sido mejor elegida. Daba la fantástica casualidad de que ese fin de semana Iberdrola había programado efectuar una serie de reparaciones en la red eléctrica de toda la zona, por lo que no habría electricidad durante una semana. También dio la casualidad de que otras reparaciones en el canal de agua que abastece la urbanización tenían sin el líquido elemento a la misma desde hacía dos semanas. Por todo ello la urbanización estaba absolutamente vacía. Fantástico; podríamos organizar nuestra reunión, y también la carrera, sin espectadores ajenos ni molestos mirones que pudiesen quejarse.

Mi hija aparcó el coche y el remolque en una esquina del campo de fútbol. Bajamos la Ducati 48 Sport y dejamos la MT arriba. Al poco rato empezaron a llegar los demás participantes, todos muy puntuales. Llegaron con sus motos sobre sus remolques y sus familiares, todos ellos aficionados a las motos como nadie. Aparcaron los remolques ordenadamente, bajaron las motos con las que iban a correr y comenzaron las presentaciones. Nos habíamos juntado una magnífica cuadrilla que se mostraba muy feliz de disfrutar de esas pequeñas joyas que la voracidad de la casta parasitaria había condenado a la extinción.

Yo, lo confieso, estaba emocionado y nervioso. Me apetecía mucho vivir y disfrutar de esta experiencia única. No conocía en persona a ninguno de los presentes, pero el poco tiempo que yo llevaba entre ellos gracias al foro había sido muy agradable. Estaba seguro de que allí haría verdaderos amigos. No podía equivocarme.

Me dirigí con la mano extendida al más próximo a mí. Él inmediatamente sonrió de oreja a oreja y me estrechó la mano con vigor.

- ¡Hola, amigo! ¿Qué tal estás? Soy Serrano.
- ¡Hombre, Serrano! Encantado de conocerte. Soy Jorge.
- ¡Jorge! Andá, ¿eres Kaezet? Tío, no te conocía. Oye, qué maravilla lo de la Gran Sport. ¿Dónde está la motico?

Tuve que corregirle.

- No, no, Serrano. Verás. Mi nombre de pila es Jorge, pero soy Ducalense.
- Ah, amigo. Ya sé quién eres. ¿Te has traído la Sport o la MT?
- ¡Caray! ¡Qué bien informado estás! Pues las dos, pero voy a correr con la Ducati. Mira, la MT está allí, en aquella esquina.
- Preciosas. ¿Te las has traído desde Pamplona?
- Sí. Ya te contaré. Oye, muy bonito tu material…

Sobre su remolque descansaban una Montesa 50 y una Antorcha, las dos bellísimas y magníficas.

- ¿Con cuál vas a correr, Serrano?
- No sé aún. ¿Cuál me aconsejas?
- Yo iría con la Antorcha. Quizás corra un poco más que la Montesa, ¿no?
- Sí. Te haré caso. Bueno, tío, lo que nos vamos a divertir.

Tras este primer saludo al encantador Serrano, irremisiblemente me vi envuelto en un maremágnum de saludos y presentaciones, todo ello muy agradable y del que guardo un recuerdo magnífico. En fin, omitiré más detalles para no alargar mucho esta parte, pero sí citaré a algunos participantes, como Juan y su Dingo Sevilla II, Delagh y su Impalita, Peragón y su Ducson, Torrotfan y su Torrot TT50, etc. etc. También mi hija parecía muy feliz. Este grupo era magnífico, y el ambiente, inmejorable.

Pero confieso que el forero que más impacto a la concurrencia fue el que llegó en último lugar. Cuando parecía que ya estábamos todos, de repente vimos aparecer un Ferrari F50 rojo, impresionante, limpísimo, bellísimo, con un sonido atronador e igualmente cautivador. Arrastraba un remolque de una sola plaza, la cual estaba ocupada por una bellísima Bultaco 50. La moto estaba tan nueva y tan limpia que parecía recién salida de la cadena de montaje.

Tras aparcar en el único sitio que quedaba, todos miramos con curiosidad infinita al recién llegado. El impresionante rugido del motor del bólido italiano cesó y la puerta se abrió. Del lado del piloto salió un joven más bien maduro. Tendría 40 años. Parecía un galán de cine. Era muy alto (1.90 o así) y su físico parecía propio de un atleta. Tenía el pelo rubio, largo y limpio, perfectamente recogido en una pequeña coleta.

El joven se paró y miró hacia nosotros. Era obvio que estaba causando sensación. Todos le estábamos mirando sin mover una pestaña. Se había hecho el silencio total. Y las mujeres – mi hija entre ellas – estaban todas con la boca abierta. – “Cómo está, papá…” -, susurró.

Entonces, apoyando la mano izquierda sobre el techo del Ferrari, levantó la derecha a modo de saludo, esbozó una sonrisa que nos cautivó a todos y lanzó un sonoro “¡Hola a todos!” que nos dejó aún más petrificados.

Parecía como si el tiempo se hubiese detenido.

Pero no duró mucho la conmoción silenciosa, porque se abrió la puerta derecha del deportivo y de allí salió… bueno lo que salió.

Si el otro era un galán de cine, ésta era por lo menos la hermana guapa de Miss Universo.

A los hombres – pobres mortales - nos empezó a palpitar el corazón ante esa visión. Esa bellísima chica era la típica que sólo se ve en revistas de lujo o en ciertos anuncios de televisión. Más de uno se pellizcó… y más de una empezó a decir que estaba gorda.

Ese océano de belleza vestía un pantalón corto de rojo intenso y una camiseta del mismo color con el logotipo de Bultaco. La visión, que tendría unos 25 ó 26 años, nos lanzó otra sonrisa colectiva que nos dejó a todos los presentes masculinos temblando más todavía, agitó la mano igualmente, ladeó con picardía la cabeza como las chicas coquetas saben hacer, se arregló un poco la melena – también rubia - y nos envió un “¡Hola también a todos!” que a los hombres nos hizo preguntarnos, suspirando, por el sentido de la vida…


Transcurrido el tiempo del impacto inicial, fui el primero en acercarme a la pareja para saludarles y darles la bienvenida. Los dos ya estaban juntos; al ver que yo me acercaba, inmediatamente dieron un paso hacia mí para hacerme más corto el camino. Qué buen detalle, pensé. Me parece que ambos son muy educados.

Y, en efecto, la pareja lo era, pero además en grado superlativo. Irradiaban belleza, afecto mutuo, simpatía, empatía por la gente… Rebosaban felicidad. Era obvio que habían sido tocados por la mano de la fortuna. Y pensé que, de ser así – siempre juzgando por las experiencias conocidas hasta ese momento –, ambos se lo merecían.

Tras estrecharnos afectuosamente las manos, me presenté. Como yo no conocía a Kaezet le pregunté si él era por casualidad. “¡No, por Dios! Pero soy muy amigo suyo”, dijo. Y se rió con ganas. Entonces me dijo su nick, pero no le entendí. Le pedí que me lo repitiera. Pero, aunque lo hizo, no le oí. Justo en ese momento el forero Josep – que había renunciado a dirigir la columna de Barcelona para unirse a la de Amoticos de Ávila - había arrancado su Derbi 65 GS competición y estaba demostrando a otros foreros lo bien que sonaba, las muchas vueltas que cogía y el estrépito que iba a organizar ante la sede del Ministerio. El ruido de su tubarro, aunque bonito y soportable para los amantes de la velocidad, era demasiado estridente en esos momentos, así que tuve que interrumpir mi charla con mi nuevo y desconocido amigo – y su mujer o novia, claro -, y me quedé sin saber de dónde habían salido él – y ella, si de paso no le importaba informarme – y la bellísima Bultaco 50 que con el impresionante F50 había traído hasta aquí.

Como no podía ser menos, todos los participantes, como buenos españoles, pensaban que lo cortés no quita lo valiente, así que había que aprovechar esta protesta para, pese a todo, sacarle algo de chispa a la vida. Así, empezaron a aflorar de repente todo tipo de sabrosas viandas y bebidas a cual mejor. En un periquete varias laboriosas esposas habían preparado unas mesas de camping, unos platos, vasos y servilletas y pronto todos estábamos dando buena cuenta de lo que tan amplia y generosamente estábamos compartiendo. No sólo hubo café recién hecho, sino que también empezaron a correr las copas y los puros… y eso que eran las diez y media de la mañana.

En un momento dado me acordé de Kaezet.

Pregunté por él. Nadie sabía dónde estaba. Aún no había aparecido. Curiosamente, con todos con los que había hablado, ninguno le conocía personalmente. Parecía claro que nuestro moderador no había llegado todavía.

Entonces dije:

-¿Nadie tiene su teléfono? Podíamos llamarle…

Onibaku contestó en el acto:

- Imposible. No hay cobertura. Para ningún operador.

Motomanía, Montreal, Gachón y Perezvera, que estaban charlando juntos, asintieron. Efectivamente, no había cobertura. Y recordé el posible porqué: el corte de luz de Iberdrola. Debía ser tan amplio que ni las antenas de los móviles tenían corriente. O quizás había sido culpa de algún rayo caído la noche anterior. Eso era relativamente frecuente. Bueno, pues ya aparecería. A lo mejor había pinchado en su camino hacia aquí o vete tú a saber.

Como yo tenía miedo de que se nos hiciera tarde – había que estar en Madrid a las cinco de la tarde -, yo les animé a dejar de comer y a echar la carrera de una vez. Esto animó muchísimo a todos los que pensaban participar. “¡La Gran Sport será mía!”, gritó Gotzon. Le abucheamos los demás.

Así, varias mujeres encantadoras se quedaron voluntariamente a recoger los restos del almuerzo y los pilotos nos dirigimos montados en nuestras motitos al circuito, que estaba muy cerca. Una vez allí les llevé a la línea de salida, con los motores calientes, para correr como demonios hacia el gran triunfo prometido. Afortunadamente sólo había una 75 para la carrera. Si hubiese habido más, mis posibilidades de victoria hubiesen sido nulas.





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Mensaje  Paufont 13/9/2012, 23:13

Este relato continua a un nivel altisimo, la perfecta redaccion, el tema y ese toque intrigante hacen devorarlo con ganas! _mkey

Queremos más! Por lo visto ya hemos aparecido por aqui, ahora falta "ver" como corren esos :mnlog: :gn:

Saludossss y a seguir asi de bien amigo! :up:

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Mensaje  Medina 14/9/2012, 16:23

Vale................ y quien coj..%&$ es el guaperas del F50????
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Mensaje  Jorok 14/9/2012, 18:00

BONIFICACIÓN de 5" en la parrila para el que lo acierteeeeee jajajajajajaj
:bravy: :bravy:
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Mensaje  Perezvera 14/9/2012, 18:54

Medina escribió:Vale................ y quien coj..%&$ es el guaperas del F50????

Casi seguro que yo ya no soy, ya he salido hablando con Motomanía, Montreal y Gachón .... :eyef:

Estupendo relato Ducalense, la verdad es que gusta leerlo por que todos estos temas "motoriles" sobre carreras, reuniones, y tal a todos nos gustan; luego esta la incertilumbre y desasosiego de no conocer cuando sale uno como digamos "extra" en el relato.

Un saludo y gracias por deilitarnos con estas narraciones. de10


Última edición por Perezvera el 15/9/2012, 11:57, editado 1 vez
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Mensaje  Juan Francisco 14/9/2012, 21:28

Pues ya descubriremos quién era el del Ferrari en la siguiente entrega ¿Verdad? :lovel: Pero mejor nos sabrá saber quien iba de copiloto :lovel: :lovel: :lovel: .

Esperaremos siguientes entregas. study
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Mensaje  Tito Pons 14/9/2012, 22:19

Esto se pone interesante,habra que estar atento a la proxima entrega,je,je,je.
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Mensaje  Rafafierros 14/9/2012, 22:30

study Me sigue encandilando el relato. En cuanto al guaperas tenemos la pista de que es muy amigo de Kaezet.

Y si finalmente el motivo del retraso de Kaezet es un pinchazo ¡Que nunca mas venga vendiendo la moto de sus dotes mecánicas! :drisa: :drisa: :drisa: :drisa:

Animo y quedo a la espera de la próxima entrega.
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Mensaje  Kaezet 15/9/2012, 00:36

Ojo Rafa, que hay pinchazos de nada, pinchazos gordos y hasta reventones.

A ver qué pasa con el tal Kaezet, ya es raro, dicen que gasta más puntualidad que un inglés, aunque, claro, los ingleses ya no son lo que eran ni llevan bombín...

¡Sácanos de dudas Ducalense! :mani:
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Mensaje  Arjonero 15/9/2012, 10:16

Buenos días Ducalense. Gracias por estas tres nuevas entregas.
Ya estoy impaciente por leer las próximas y saber quien gana
la Derbi.
Saludos.
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Mensaje  Derbilomano 15/9/2012, 17:58

El del F50 tampoco soy yo porque mido 1.60 jejeje, ahora la rubia la tengo yo y me casé con ella hace 18 años,jajajaja. Un cordial saludo Ducalense y a todos los del foro por supuesto.
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Mensaje  Jorok 15/9/2012, 23:07

No podeis imaginaros la cantidad de cosas que estoy aprendiendo después de haber leído los relatos escritos hasta este momento
Resulta que me he puesto a buscar fotos ( las tengo guardadas y ordenadas, por si interesa... ) de todas las AMOTICOS citadas, y en algunos casos me he leído todos los posts....
Muchas de las fotos son de este foro y algunas de ellas, incluso coinciden con sus propietarios.
No tengo muy claro, cuando cita la Bultaco 50 ( del rubio, jejeje ) si se refiere a la TSS scratch scratch
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Mensaje  Ducalense 16/9/2012, 18:42

Capítulo 5: LA CARRERA.


La salida estaba a punto de darse. Todos habíamos calentado convenientemente los motores. Hoy, 25 de septiembre de 2014, teníamos un día plenamente veraniego. La temperatura era magnífica. Lucía el sol y el cielo era de un azul intenso. No había ni una nube. Había llovido un poco la noche anterior y la tierra del circuito estaba en perfecto estado de compacidad. No habría polvo y seguramente pocas proyecciones de piedrecitas a nuestras caras provenientes del neumático trasero del capullo que fuese delante de nosotros.

Bueno, pues se acerca el momento de la verdad. Es el momento de ponerse serios. Los demás parecen muy relajados por el momento. Pobrecillos. Peor para ellos y mejor para mí.

A ver si me concentro y hago las cosas bien. Venga, chequeo rápido para que no falle nada.

¿Hay gasolina? Sí. Sólo un litro. No hace falta más. Grifo abierto en reserva. Presiones comprobadas la víspera. Aceite de motor, OK.

Bien. La parte mecánica está asegurada.

Ahora toca la parte física. Hago unos breves estiramientos, discretos, porque no quiero que se me note.

Ahora vayamos a la parte psicológica, que es la más importante de todas.

Vamos a ver, Jorgito... Eres el mejor. Has nacido para esto. Esta urbanización se creó para que tú ganaras carreras aquí. Tus padres te concibieron para que te llevases este increíble triunfo. Derbi diseñó la Gran Sport pensando en ti. Es la moto de tu juventud y casi de tu vida. Esta carrera de la marcha sobre Madrid es el momento más importante de tu existencia. Eres el mejor. Nadie puede contigo. Tú eres el único que conoce los secretos de este circuito. El foro entero espera tu victoria. ¡Tu victoria! Tu hija confía en tí y sabe que vas a ganar. Soy el mejor. Voy a correr como nunca. Ahora, un galáctico como tú no tiene rivales. No puede tenerlos. Hasta hace un momento todo era muy divertido con ellos. Parecen majos y encantadores y lo has pasado de maravilla hasta hace un rato. No sabría decir cuál de ellos es el más enrollado de todos.

Bueno, YA NO LO SON.

Eso se ha acabado. Ahora son tus rivales. Tus enemigos. Ódialos. Es gentuza que no se merece el premio. Un premio que Dios ha puesto en tu trayectoria para recompensarte por tu valía como hombre y como piloto. Ten mucho cuidado con ellos. No te fíes. Son peligrosos y no dudarán en quitarte de en medio. Pero yo soy más fuerte y más listo. Nadie me puede ganar. Y menos ningún desgraciado de estos que osa retar al que está concebido para llevarse el Gran Premio prometido. A por ellos... Eres el mejor. A por ellos... Sin piedad. No son hombres. Son enemigos. Sólo quieren tu destrucción. Véngate. No les des tregua.

A por ellos. Sin piedad. A por ellos. Y recuerda: Eres el mejor…

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Como veis, soy muy sincero al contaros esto. Acabo de confesar que mi deseo de ganar la carrera y de llevarme el fabuloso premio prometido me volvió un poco malo. Tenía que usar todo tipo de tretas, si llegaba el caso, para que no me ganasen.

¿Tretas? Sí, ¿pero qué podía hacer?

¡Ah, por supuesto…!

Recordé una pequeña jugarreta que el famoso Agustín me gastó en nuestra primera carrera. Tanteando la tierra con su zapatilla, puso cara muy seria y me dijo:

- La tierra está muy floja. Habrá que arrancar en segunda. En primera la moto patinará.

Y yo, que, como es normal, tenía menos experiencia en carreras que un esquimal en preparar un cocido madrileño, piqué como un tonto. Por supuesto él arrancó en primera, lo que le dio una ventaja inicial importante, ventaja que realmente no necesitaba dada su superior potencia, pero que sirvió de motivo de cachondeo contra mí durante el resto del verano.

Y lo puse en práctica para esta ocasión. Poniendo cara de experto piloto de speedway, lancé al aire la propuesta de arrancar en segunda, a ver si alguno picaba.

Y vaya si funcionó. Varios de ellos cayeron en el engaño. Ah, qué pardillos. Me reiré de ellos en el foro hasta que pidan clemencia.

Bueno, ya tocaba la salida. El corazón me latía desaforadamente. Hasta ahora me había reído mucho y disfrutado enormemente con estas carreritas… Pero ahora la cosa iba en serio. Les había llevado a mi circuito, un trazado relativamente sencillo que yo conocía bien desde niño y sobre el que a los demás – con la excusa de que se nos echaría el tiempo encima y que bastaba con las fotos que les había enviado – no les permití entrenar. Je, je. Habéis picado, malditos ludópatas mal operados de fimosis.

Por fin todos estábamos listos. El silencio era casi total. Miré a mi alrededor. Vaya, las caras de mis hasta-hace-un-minuto amigos y compañeros, y a partir de este momento rivales a aplastar sin compasión, ya reflejaban seriedad y determinación en su mayoría. Me dio la impresión de que, como un servidor, competían por algo más que por mera diversión. Hmmm, no me gusta.

Unos metros más adelante estaba mi hija con un pañuelo extendido. Ella daría la salida.
Teníamos los ojos clavados en ella. A su lado, parece que haciendo buenas migas, la modelo del chulopiscinas ese del Ferrari gripado y descolorido, que ya no me parecía tan guapa ni tan encantadora. El silencio era sepulcral. Incluso los gritos de ánimo de nuestros numerosos acompañantes callaron durante un instante.

El pañuelo cayó y todos empujamos como posesos. Con la primera engranada y el embrague cogido, corrí todo lo que pude, luego salté con mi mejor estilo sobre el asiento… y mi fiel y queridísima 48 Sport cobró vida para mi enorme alegría. Detrás de mí algunos motores rugieron. Aceleré sin piedad, cambié a segunda cuando el motor rozaba las 9000 vueltas, entré a saco en la primera curva, en bajada a izquierdas, y solté un aullido de satisfacción al ver que empezaba liderando la carrera.

Qué risa. Algunos incauto-pardillos habían perdido un tiempo importante en la arrancada. Sus motos efectivamente arrancaron con facilidad en segunda, pero luego perdieron unos segundos preciosos – quizás vitales, nunca se sabía – al tener que engranar la primera para acelerar debidamente. Los que lo habíamos hecho correctamente estábamos en cabeza. Ahora a los burros de detrás les tocaría no sólo vernos la espalda, sino también chupar bastante humo. Hay que ver la cantidad de él que nuestros cacharrillos echaban mientras rozaban los límites de revoluciones en todas sus marchas.

Detrás oí el gran rugir de las demás motos. Mientras, aplanado sobre el depósito y ya a tope en tercera, enfilaba por primera vez la bajada en recta de unos 90 metros, eché un brevísimo vistazo atrás para ver si mi engaño había funcionado y de paso quién me seguía. Al bizco de medio ojo Mendoza, al mando de su Cobra M82C con ruedas de tacos, le había costado muchísimo arrancarla al empujón. Tuvo que hacerlo en quinta, lo que le implicó salir el último y muy retrasado. Eso, lo confieso ahora, me llenó de satisfacción, pues sin duda que era el favorito y el rival más peligroso, y el que tenía la moto más adecuada para este circuito. Además había habido meleé en la salida cuando la 48 Sport 24 horas del licántropo Manuelfrancisco a mi izquierda se le había escapado de la manos al saltar sobre ella y había colisionado contra el Vespino y la RiejuP3a del chupacandados Katana y del limpiavidrios Requeño en los primeros instantes, cayéndose los tres en medio de la pista y originando un tapón a los peligrosos estafadores que salían en la segunda y tercera fila. El caos que se originó a causa de este incidente nos benefició mucho a los que habíamos salido bien. Mi obsesión era la Puch Cobra del sanguinario Mendoza. Aunque tuviese que dar una vuelta más, ¿cuándo nos iba a fundir con su enorme e ilegal potencia?

Yo llegué primero a la fuerte frenada del cerrojazo a derechas tras la recta en bajada. Desterré los pensamientos sobre los sifilíticos de mis rivales. Clavé los frenos de ambas ruedas y pude entrar en la curva un poco pasado, en primera, pero líder. En ese momento miré nuevamente hacia atrás para ver cómo estaban los anormales de mis perseguidores. Todo me iba bien por el momento: el que iba segundo, casi pegado a mi rueda, el dirigente de Al Qaeda Vicente Martínez y su Gimson, ya estaba totalmente aplanado sobre el deposito, metiendo marchas como un loco, igual que yo. El que iba tercero, el traficante de droga a gran escala Mateico, que había salido asquerosamente bien, perdió esa posición porque afortunadamente se tragó la curva y se marcó un recto con su repugnante Rieju. Y ya no miré más. Ahora había que mirar hacia delante. Y eso hice, aplanado todo lo que pude sobre el depósito azul de mi magnífica 48 Sport.

Este tramo en el que estábamos ahora era una bajada corta que luego ascendía hacia la derecha, en una curva de unos 150 metros tan amplia que para nuestros ciclomotores era como si fuese recta. Pero la pendiente de subida pronto dejaba de ser suave para pasar a ser más empinada, lo que nos obligaría a todos a reducir una marcha.

Aceleré y aceleré. El motor de mi 48 Sport rugía muy próximo a su límite de revoluciones en segunda y entonces metí tercera. Pese a todo no las tenía todas conmigo, pues su desarrollo era bastante largo y, desde luego, poco adecuado para esta pequeña montaña rusa que era el Circuito de la Vía. Entonces, ya en la cuesta, cuando mi motor cayó de vueltas a causa de la pendiente, el conocido ladrón de códices Vicente Martínez, - creo que aún en tercera y sin duda dándole vueltas a cómo especular con la deuda española y así hacerse multimillonario a costa de todos -, me pasó irremisiblemente por mi izquierda y se puso en cabeza.

Ahora yo estaba segundo, pero la jauría de servidores de Satán parecía estar también ya muy pegada a mí. A mitad de la pendiente teníamos que tomar una curva a derechas muy cerrada que, en su día, habíamos bautizado como “Curva de la Muerte”. En su margen izquierda había una cuneta de 45º de inclinación y un metro de longitud que escondía una enorme boca de alcantarilla que… ji, ji, ji, ay que me da la risa… que no se veía hasta que entrabas en la curva, y si te salías por ir pasado, caías irremisiblemente en ella. Este desagüe fue visitado regularmente por mí y por casi todos mis compañeros pilotos de la infancia en repetidas ocasiones cuando el ansia por entrar en esa curva más deprisa que el contrario te jugaba la mala pasada de causarte un serio arrastrón por sus dominios ocultos y dañinos. Así que decidí enseñarles a mis estúpidos rivales una lección que no debían olvidar: nunca corras contra mí, desgraciado, y menos sin haber entrenado antes, so descerebrado. Pá que aprendáis todos, panda quinquis...

Como internamente deseaba y temía, Vicente el sádico trazó demasiado deprisa ese ángulo de derechas en cuesta y la Gimson se salió ligeramente. No fue mucho, pero lo suficiente como para atizarse una buena galleta. La rueda delantera abandonó la parte plana de la carretera de tierra y se deslizó ligeramente por la pendiente de la cuneta. Sólo un poco, insisto, pero lo suficiente como para lanzar la moto contra el talud y mandar al psicópata de Vicente por los aires.

¡Ya volvía a estar primero! El corazón me dio un vuelco de alegría.

Pero confieso que internamente sentí remordimientos.

¿Debía detenerme para a ayudarle o para ver si se había hecho daño? Quizás esta carrera era una locura - ¡no llevábamos ni casco ni guantes! – y esto podía acabar mal.

El debate dentro de mí duró tan solo un instante.

A ver… ¿Qué hacía?

Vamos a ser sensatos.

Estamos en una carrera. Pero no es una carrera cualquiera. Nos estamos jugando ¡MUCHO!

¿Un título mundial? ¡Já! ¡Mucho más! Nos estamos jugando mucho más.

En consecuencia, a una competición de este nivel sólo se le pueden aplicar las reglas correspondientes.

Me pregunté a la velocidad del rayo:

¿Acaso para Pedrosa cuando se cae Stoner? ¿Eh?

¿Acaso para Márquez cuando se cae Iannone? ¿Eh?

Además, yo también había tenido que sufrir la carcajada de Álvaro en una ocasión en la que mi afán por superarle en un exterior a lo Lorenzo me llevó a rasparme las rodillas y las manos, y de paso a quemarme una pierna con el escape de mi 48TS, aquel maldito día en el que descubrí con sangre la miserable existencia de esa maldita alcantarilla. Por ello, emulando a los pilotos del Mundial, que nunca paran bajo ningún motivo, le ignoré. La cosa relativamente graciosa es que la manada de licántropos que nos seguía a muy corta distancia iba tan enfrascada en sus piques personales que hasta dos motos más, el Vespino del alcohólico anónimo Katana y la Guzzi Serva del inquilino de la milla verde Dopragar siguieron fielmente el ejemplo de la Gimson.

Je, je. Al final, la maldita curva en cuestión, antaño causa de una mis mayores galletas en mi queridísima 48TS, ahora era mi aliada en mi nobilísimo objetivo de ser el legítimo dueño de la 74 Gran Sport prometida.

Ya estábamos en la parte más alta del circuito; ahora el terreno era llano. Teníamos que trazar una gran curva a izquierdas de radio muy amplio que hacíamos a tope en tercera y pie a tierra por si acaso derrapábamos involuntariamente más de lo razonable. Luego había que frenar a lo bestia, reducir a primera y girar bruscamente a la derecha en la curva más cerrada de todo el circuito, la cual llevaba a la corta recta de meta a partir de la cual se repetía todo lo hasta aquí comentado.

Había salido, como digo, primero de la Curva de la Muerte. Miré para atrás mientras apuraba las marchas a mi pobre Sport, quien, como no podía ser menos, estaba aguantando estoicamente el enorme esfuerzo que le estaba pidiendo. Hurra; sacaba unos 10 ó 12 metros a la panda de perturbados que me seguía. Los que pude ver mostraban una cara de velocidad que daba miedo. Aunque el corazón me latía como si le hubiesen dado dos o tres veces cuerda, recuerdo que tuve la rapidez mental de darme cuenta de que la Cobra aún no había aparecido.

En el garrotazo de derechas previo a la corta recta de meta clavé los frenos como un poseso, con tanta fiereza que la rueda delantera se blocó sobre la tierra, dándome un susto enorme al obligarme a dar una patada muy fuerte en el suelo para evitar la caída.

Y como está demostrado que ir “con el pincho”, como dicen en el Mundial de Velocidad, no es sinónimo siempre de hacer buenos tiempos – yo, más que ir con “el pincho”, iba por lo menos con una guillotina - , el conocido robacoches Roesca con su Puch Carabela y el sicario colombiano Lamoron con su Mobylette Rural 90 se colaron por dentro – ambos al límite, por supuesto, pero sabiendo muy bien lo que hacían - y me adelantaron sin permiso los muy mafiosos.

Los tres enfocamos la recta acelerando todo lo que nuestros motores permitían, que a estas alturas mostraban su enfado por tanto maltrato expeliendo una cantidad de humo blanco preocupante. Primera a tope, segunda a tope y a fondo en tercera los que teníamos marchas. La Mobylette guarra esa era automática, pero para mi sorpresa iba como un tiro. Los tres de cabeza pasamos por la línea de meta sin buscar el rebufo del maldito cabr… que estaba delante, pues, aunque no había polvo, sí había proyecciones de piedritas procedentes de los gilipuertas que te procedían. Y, claro, como nuestro mono de cuero homologado era, en el mejor de los casos, una chaqueta de piel con cremallera, cuando no una camisa de tela o un polo de verano, cualquiera podía llevarse un disgusto más o menos doloroso en cualquier parte del cuerpo.

La Mobylette y la Carabela, y yo detrás, pasamos por la meta. Primera vuelta cubierta. Tuve tiempo de ver cómo mi hija, que sería la juez de llegada, mostraba su absoluta parcialidad dando grandes saltos y profiriendo todo tipo de gritos de ánimo hacia mí. Anda, qué casualidad. La acompañante del rubio del Ferrari estaba con ella. Y también animaba mucho, me imagino que a su novio o marido, el pijo ese del microcoche ese de enésima mano. Y parecía que las dos se llevaban muy bien. No me extraña. Pues si esa tía era medianamente guapa – bueno, en este momento casi me parecía muy normalita y, encima, una tía muy creída -, mi hija mucho más…

Ah, qué bonito es ser padre…

Huy, perdón.

Comienza la segunda vuelta; los dos retrasados mentales que me preceden trazan la curva a izquierdas sin problemas y yo les sigo muy cerca. Me aplano en la bajada todo lo que puedo y me pego a la izquierda para trazar mejor que esos dos indeseables el ángulo de derechas de abajo. Y cuando estoy calculando que si, a partir de este momento, no tiro de frenos me voy a pastar al campo… en ese preciso instante un F18 de Torrejón me pasa por la derecha dándome un susto de muerte. Era el conocido asesino en serie Mendoza, que había finalmente arrancado su Cobra robada y no tenía otra ocupación mejor en su vida que hacer de Conan el bárbaro hasta el momento en que la bandera a cuadros – bueno, el pañuelo de mi hija, claro - cayese. El inventor del Alzheimer Mendoza cruzó la rueda al más puro estilo yankee, derrapó de ambas ruedas, redujo hasta primera como un perturbado – lo que es -, nos levantó las pegatinas a los tres, luego aceleró, empalmó marchas y el muy asesino de viejas millonarias nos dejó muy, muy atrás… Maldita sea. ¡Ojalá se caiga un pino y te abra la cabeza en este mismo instante! ¡Dios, ¿dónde está tu justicia?!

Los hijos de Satanás que nos seguían por detrás tampoco eran mancos. Una rápida ojeada por el rabillo del ojo me indicó que eran muchos y que venían todos muy juntos, como los indios. ¡Joooder, me perseguían como si les debiera dinero! Me miraban con un odio y una saña tremendos. Acierto a ver que el criador de ratas venenosas Manuelfrancisco está en el grupo. El rubio desteñido medio calvo también. Con esa pelambrera tan vistosa no necesitaba un casco de colores chillones para destacar su lugar en el grupo de sicarios del cártel de Medellín que se arrastraban como gusanos putrefactos detrás de nosotros.

Tenía que concentrarme en lo mío. En el tramo de bajada en el que estábamos ahora tenía que apurar muchísimo la segunda de mi Sport para que aguantara en tercera hasta lo más arriba posible del tramo en subida que estaba a punto de llegar. Comenzamos la subida y poco a poco mi motor comienza a bajas de vueltas. Entonces, en el momento en que tenía necesariamente que reducir a segunda, el hermano malo de Hitler, Chubasco, osó pasarme por mi derecha sobre su asquerosa Antorcha verde. Maldita sea. Ese hijo de su pastelera madre se había puesto tercero.

En seguida llegamos a la famosa curva de la alcantarilla. Mi ferviente deseo era que los más repulsivos hijos de la Gran Bretaña conocidos como Chubasco, Roesca o Lamoron se tragasen la curva y sus mierdas de motos se partiesen en dos con el boquete de la alcantarilla. Pero no hubo suerte. La Gimson de Vicente - famoso propagador del virus Ébola - estaba justamente sobre ella, y el muy nazi estaba gesticulando hacia nosotros para advertirnos de que evitáramos salirnos so pena de caer en la misma trampa en la que él había caído. Tenía los brazos raspados, las manos también, y el pantalón roto. Con un pañuelo totalmente colorado intentaba parar una hemorragia en la cabeza. De Katana y Dopragar no había rastro. Seguramente seguían en carrera, pero sin opciones, naturalmente.

No hubo suerte, pues, y todos evitaron la alcantarilla. Otro vistazo para atrás me mostró que el vomitivo grupito de detrás nos seguía como los galgos a las liebres del canódromo.

Otra vez a tope. Estamos en el curvone de izquierdas. El border-line Chubasco, líder en ese instante, estaba trazando la curva totalmente por el exterior y parecía que iba muy con el pincho. Su lastimosa Antorcha verde podrido estaba moviéndose como un flan, amenazando con salirse en cualquier momento. Sin poderlo evitar, el muy cobarde tuvo que cortar, y eso supuso que tanto Roesca como Lamoron (diseñadores a dúo de la solución final judía) y yo mismo le pasáramos sin piedad. Hala, majo, a la cola y a chupar humo, como los demás.

En la brutal frenada para el ángulo de derechas que da a la meta decidí poner en práctica lo que en su día le había enseñado a mi antiguo alumno Kevin Schwantz cuando le cobraba mil dólares la hora por mis clases allá en su rancho de Texas… Así, entré a saco en la curva sin importarme dónde estaban los demás. Menos mal que los lunáticos de Roesca y Lamoron se dieron cuenta y levantaron sus motos, pues, de no haberlo hecho, castañazo seguro para los tres. Pero qué leñe; eso no hubiera sido más que un “lance de carrera”.

Salí delante de ellos, eso sí, lleno de imprecaciones sin sentido por parte de los mencionados. Que si nos quieres matar, que si estás loco, que si en cuanto acabe esto te parto la cara… Bah, novatos de mieeerda.

Otra vez a tope con las marchas. Mi hija estalla de alegría al verme otra vez primero del grupo. Mi cara de loco y mis ojos inyectados en sangre no me permiten casi ni dirigirle una sonrisa. Allí seguía ella, fiel como nadie, dando botes y más botes para animarme. La rubia mal peinada – y, efectivamente, bastante gorda, culona total y con enormes granos – salta también como una loca de encerrar, sin duda para dar ánimos a ese defraudador de impuestos de peluca rubia que, sin duda, debe andar por ahí detrás, eso sí, viendo de lejos mi rueda trasera y tragándose mis piedrecitas.

Bueno, que me distraigo otra vez. Al grano.

Pilatos Mendoza y su Cobra habían pasado ya, pero tenía que dar una vuelta más.

Comienza la tercera y última vuelta. El nerviosismo es total. El corazón se me va salir del tórax y mi boca está más seca que las arenas del desierto. Cada vez estoy más cerca del merecidísimo premio.

Tras la meta, tomamos la curva a izquierdas y enfilamos la bajada hacia el ángulo, con los cuatro totalmente aplanados sobre nuestros cacharros. Me incorporo para frenar como un animal, entro coladísimo en el ángulo y salgo como puedo, con la Sport rugiendo pasada de vueltas en primera y con una vibración general muy preocupante. Pero me da igual. El premio tenía que ser para mí y no para ninguno de estos terroristas mal paridos que me seguían como una jauría… como una piara, mejor dicho.

Era líder al entrar en la curva mencionada, pero una trazada tan mala me lleva a tener que cortar para no salirme por la cuneta. Y como en este maldito mundo nadie regala nada ni nadie tiene compasión por los pobres, Jason y dos de la matanza de Texas me adelantan irremisiblemente. ¡Voy cuarto, y encima los adoradores del diablo del grupo asqueroso seguidor están otra vez pegados a mi rueda!

Todos nos aplanamos como posesos y empalmamos las marchas con toda nuestra brutalidad. Jolines con estos foreros perturbados de Amoticos… Les das un dedo y se toman el brazo, los muy canallas.

Ya vislumbramos la curva de la alcantarilla. El sádico robaperas Vicente sigue haciendo señales tan pronto nos ve para recordarnos que evitemos la alcantarilla. Su Gimson ya no está. La ha retirado al campo y ya no molesta a nadie. Lástima.

Tenía muy claro - como todos los demás, por supuesto – que sólo podíamos adelantar en esta curva o en el ángulo de meta. Y me imaginé lo obvio. Todos los demás eran auténticos “border line” y unos malparidos indignos de vivir ni un minuto más, pero eso no implicaba que no quisieran hacer lo mismo que yo, así que tenía que pensar en algo diferente… Sí, ¿pero qué?

En ese momento no me dio tiempo a pensar en nada, pues por nuestra derecha nos rebasó con un estruendo intolerable – por ello digno de ser inmediatamente confiscado y su piloto llevado inmediatamente al calabozo de existir justicia en España - el F18 amarillo de Mendoza el caníbal, quien, con una sonrisa burlona, acababa de tomar la cabeza de la carrera para nuestra desesperación.

El peligrosísimo esquizofrénico ese de Mendoza tomó primero la curva de derechas; el muy sidoso se permitió el lujo de sacar la pata izquierda para, con una cara de coña total, hacernos aspavientos con ella como diciendo: “- Eh, troncos, cuidado con la alcantarilla, niños…-” y luego seguir la carrera con la cabeza vuelta hacia nosotros, haciéndonos saludos con la mano izquierda y dando saltitos sobre el asiento.

Pero Satanás debió oír mis plegarias, porque el bendito Lamoron – que sin duda tenía las mismas palpitaciones que yo a juzgar por su cara desencajada – debió perder el escaso seso que aún quedaba en esa cabeza hueca y se tragó la curva, trazando como Dios le dio a entender, llevándose puesto al pobre Roesca – bueno, pobre, lo que se dice pobre, no; en todo caso desgraciado, como toda su familia, desde el momento en que me hubo adelantado -. Ambos, qué tristeza y cómo lo lamento ahora, quedaban descartados para el triunfo.

Entonces tan sólo quedábamos el pelamaíces de Chubasco y yo como los únicos posibles competidores contra Lucifer Mendoza, pues, aunque otros repugnantes foreros nos seguían casi a rueda - como el enano deforme del Ferrari robado y el desgarramantas de Manuelfrancisco -, yo estaba totalmente decidido a impedir que ningún hijo de mala madre de esos me pasara. Quizás Barrabás Mendoza tuviera buen corazón y decidiera no aceptar el premio… No sé. Antes de la carrera parecía un buen tío…

Y entonces ocurrió algo.

La justicia divina, que hasta entonces estaba tomándose un vermut en algún bar de la provincia de al lado, debió acordarse de que me debía muchíiiiiiisimos favores, así que abandonó su sestear y se presentó rauda ante mí, como era su obligación, faltaría más.

Primero, Chubasco el Iluminado falla estrepitosamente un cambio de marchas y pierde una posición ante mí. ¡Voy segundo! Y luego todo mi odio hacia ese asesino en serie de Mendoza fructificó. No sé muy bien cuál de de ellos, pero algún espíritu celestial acudió en mi ayuda.

El traficante de minas antipersona de Mendoza se creía que ya tenía la carrera ganada. Sólo estaba a 100 metros de la meta. Únicamente tenía que acabar el curvone a izquierdas, girar en el ángulo de primera y cruzar la meta, que estaba a unos 50 metros más allá.

Pero nunca llegó a realizarlo, porque el muy listo pagó muy cara su desfachatez ante sus compañeros de carrera que tan limpia, caballerosa y honradamente estábamos compitiendo contra él. Y es que, en su afán por hacer el chorra bastante antes de haber cruzado la meta, cometió el fatal error de inadvertidamente perder la trazada y salirse un poco por la cuneta. No mucho, la verdad; sólo unos centímetros. Pero tuvo la buena fortuna de… perdón, quiero decir, tuvo la mala fortuna… de meter la rueda delantera en una pequeña oquedad, hecho que le descolocó y que le cruzó la dirección. En su afán por recuperar el equilibrio, Vellido Dolfos Mendoza perdió aún más el control y se encontró en medio del campo. Allí le esperaba una preciosa roca afilada que le reventó el neumático delantero. Su porquería de carrera, gracias a Dios, había terminado.

Pobre Mendoza, pensé pese a todo. Había conducido de maravilla. No se merecía ese final. En fin, iré a consolarle cuando me den el banderazo.

Entonces las esperanzas de ser el dueño de la Gran Sport prometida por Kaezet me volvieron como un huracán, llenando mi cuerpo y mente de un deseo casi homicida de ganar como fuera. Volví a centrarme en la carrera. Miré muy rápidamente hacia atrás para conocer la situación de estos últimos cien metros. Alguien, sin que yo me hubiera dado cuenta hasta ese mismo momento, estaba justamente a mi rueda. No le reconocí en ese momento, tan fugaz fue mi vistazo. Chubasco el almohade era tercero; los demás, no sé muy bien cuántos eran, nos seguían, pero estaba claro que ya no tenían opciones.

Entonces decidí cerrar la puerta a mi desconocido seguidor y tracé el ángulo de derechas previo a la meta con ese ánimo. Por supuesto clavé los frenos, bloqueé la rueda trasera en dos ocasiones – menos mal que el motor volvió a enganchar sin problemas – y me lancé como un poseso hacia la victoria tan merecida.

Por el rabillo del ojo vi que Chubasco el destripaterrones se estaba pasando ampliamente de frenada por culpa de un impacto de una piedrecilla en el ojo, así que uno menos. Pero mi seguidor, el muy cavernícola, me seguía como mi sombra. Yo salí de la curva con el gas a tope, la pierna derecha extendida como punto de apoyo, la moto inclinada hasta su límite racional, el cuerpo ladeado hacia el lado izquierdo y con la vista fija en mi hija, que, pañuelo en mano, estaba dando más saltos que una gacela, animándome como una posesa.

Y cuando creía que ya nadie podría arrebatarme el triunfo, con horror sentí como un manillar me tocaba en las costillas. En ese momento la rueda delantera de una Bultaco 50 se había puesto a mi derecha y no sólo se ponía mi altura, sino que, como si fuese a cámara lenta, me adelantaba centímetro a centímetro, tenía la osadía de rebasarme sin que lo pudiera evitar y, sin haberme pedido permiso, me sacaba un palmo de ventaja… y lo mantenía.

Miré a mi odiado rival furtivamente. Le reconocí en el acto. ¿Cómo no iba a reconocerlo?

Maldita sea su estampa y toda su parentela.

¡El sicópata rubio ese deforme mal parido!

Yo estaba desencajado; él, en cambio, mostraba una tranquilidad sin límites. No parecía alterado o nervioso en absoluto De verdad parecía como si estuviese, no sé, echando gasolina o sacando brillo al depósito.

La meta cada vez estaba más cerca. Mi Sport ya no daba más de sí. Rugía pidiendo perdón por el castigo al que le estaba sometiendo; la pobre se estaba portando como nunca.

A unos 20 ó 30 metros más adelante, a la altura de la línea de meta, mi hija se desgañitaba al ver lo ajustado de la llegada. La muy obesa novia del asesino de peluqueros, que me seguía metiendo el manillar de su asquerosa Bultaco, no paraba de saltar como las focas del circo, lanzando al aire unos graznidos de ánimo insoportables que hubiesen hecho añicos cualquier vidriera.

Y entonces mi hija dio el pañuelazo de llegada.

Y el pañuelo cayó.

¿Y sabéis lo que os digo?

¿No?

Pues os lo diré.

Tomad muy buena nota.

MALDITO SEA TODO LO HABIDO Y POR HABER.

Malditos sean todos los muertos del presidente-fundador del Cretácico y del inventor de la Fanta.

Yo había llegado segundo.

Alguien me había ganado por un maldito palmo.

¿Alguien?

Un perfecto sacamantecas. Un muerto de hambre que había acudido a esta reunión con una porquería de Goggomobil y con una asquerosidad de moto que seguro era robada. Un forero infame, que con toda seguridad era el criminal más buscado por la CIA. Un forero asqueroso que – estoy seguro – sin duda era un peligrosísimo narcotraficante y envenenador de aguas. Un Atila, un sicario de Stalin. Un lanzador de bombas atómicas, un perista… Un individuo así ¡me había ganado!

Un forero al que en ese momento hubiese crucificado sin piedad. Un forero sarnoso al que hubiese empalado con saña. Un forero al que iba a enviar mañana mismo un inspector de Hacienda que conozco… Ese ser miserable, misógino, comedor de basura, explotador de obreros y mano derecha de Putin… Ese ser abominable sería el poseedor de esa Derbi 74 Gran Sport que en mis sueños ya era mía.

Maldito seas, condenado. Ahora tendré que ir y felicitarle encima… Y quizás hasta darle un beso al feto ese que ha venido contigo en esa porquería de Biscúter tuneado.

Puaggg. Tendré que lavarme la mano después. Y la boca de paso.

La vida, amigos, a veces es muy asquerosa y muy dura para algunos.

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Y ahora, amigos, antes de continuar con el acto de entrega de trofeos, llega el momento de conocer a Paco el Chispas.







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Mensaje  Requeño 16/9/2012, 19:47

Madre mia tengo curiosidad de saber en que puesto acabo con la Rieju.
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